Los primeros tienen problemas para hacerse notar y valorar en la opinión pública. Sin embargo los segundos gozan de prestigio y de la venia que el sistema les ofrece al sentirse apoyados. Pero por suerte no es la norma general. De un tiempo hacia ahora, ha surgido una especie de rebelión historicista que pretende legitimar la maltrecha memoria de los Farfán, Gámez, Beigbeder o Braña –por no seguir citando la lista interminable- y fortalecer la divulgación de las marchas de los meritorios compositores del presente.
En Málaga existe una generación prometedora de compositores, como son los casos de Francisco Javier Moreno o José Antonio Molero, sin dejar a un lado al consagrado músico militar Eloy García, que en los últimos años ha estrenado diversas composiciones de enorme calibre. Por Sevilla Francisco Javier Alonso Delgado está demostrando sus cualidades, a la sazón premiadas en los concursos de marchas fúnebres de Zamora –autor de “Madre de Dios de la Palma”, “Madre Dolorosa” o “Virgen Macarena”; José de la Vega y sus rasgos sinfónicos encandilan a todos los que escuchan su música con la adecuada disposición; Manuel Marvizón se ha convertido en todo un soplo de aire fresco por la originalidad de sus marchas –“Madre Hiniesta”, “Candelaria”, “Esperanza” o “Virgen de las Mercedes”- y la ideación de melodías poco usuales hasta ahora pero de bello efecto. La nómina es importante, siguiendo con Francisco Pastor, David Hurtado, José Manuel Bernal, José Manuel Delgado, Juan Antonio Barros Jódar y por supuesto Pedro Morales, que todavía hoy no ha abandonado el terreno de la composición.
Así pues, el futuro es esperanzador. Las bandas de música gozan de mejores capacidades técnicas, en buena parte debido a la formación de sus componentes en los conservatorios, la conciencia sobre el patrimonio musical avanza con paso lento y firme y la presencia de determinados compositores auguran que el género de la marcha evolucione positivamente en su estética.